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Descubre másDurante más de una década, las estrategias de social media se han sostenido sobre un mantra repetido hasta la saciedad: estar siempre presentes.
El razonamiento parecía lógico: si publicabas todos los días, tu marca se mantenía en la mente del consumidor, el algoritmo te “recompensaba” y el engagement llegaba solo. Así nació el Always On, la táctica que consistía en llenar los calendarios editoriales con contenido constante, planificado y meticulosamente distribuido.
Y durante un tiempo funcionó. Las marcas que aplicaban Always On lograban visibilidad, construían comunidades y medían su éxito en número de publicaciones, alcance y frecuencia. Pero los tiempos cambian, y en social media lo hacen a la velocidad de la luz.
Hoy, el usuario medio se enfrenta a cientos de impactos al día. Abre TikTok o Instagram y su feed es un festival de marcas, influencers y anuncios compitiendo por una fracción de su atención. En ese escenario, la constancia ya no garantiza nada. Lo que antes era “mantener presencia” ahora puede convertirse en ruido, en contenido irrelevante que pasa desapercibido.
En este contexto, muchas marcas se han dado cuenta de que publicar más no significa ser más relevante. Y aquí es donde entra en juego un nuevo paradigma: el Always Drop.
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El Always On se construía sobre una idea sencilla: siempre que el usuario abra la app, ahí estarás tú. Para ello, los equipos de marketing se obsesionaban con el calendario de publicaciones, la regularidad y la cobertura de todos los formatos posibles. Era un modelo casi industrial: producir, programar y repetir.
El Always Drop, en cambio, surge de un enfoque radicalmente distinto: no importa cuántas veces aparezcas, importa cuándo y cómo lo hagas.
Aquí no se trata de llenar huecos en la parrilla, sino de diseñar momentos con un valor especial, inesperados, que generan expectación y conversación.
Podríamos decir que el Always On es como una rutina de gimnasio: repetitiva, constante, previsible. El Always Drop, en cambio, es el equivalente a un concierto sorpresa de tu artista favorito: algo que no te esperabas, que disfrutas con intensidad y que recuerdas mucho más tiempo.
La fuerza de esta estrategia está en la escasez y la exclusividad. No necesitas estar todos los días en el feed para ser relevante: basta con crear los momentos adecuados y amplificarlos con inteligencia.
La transición al Always Drop tiene varias razones de peso:
En este nuevo escenario, lo que antes era un calendario editorial rutinario ahora debe transformarse en un mapa de momentos. Las marcas que saben coordinar esos momentos y medir su impacto tienen una ventaja competitiva clara.
No se puede entender este cambio sin hablar de TikTok y Instagram Reels.
Según TikTok Business, los vídeos cortos funcionan porque responden a la forma en la que los usuarios consumen hoy: con atención limitada, buscando entretenimiento y autenticidad.
Aquí el Always Drop encaja como anillo al dedo: usar el vídeo corto no para rellenar la parrilla, sino para activar picos de relevancia que generen conversación y amplificación orgánica.
El Always Drop no es improvisación: detrás hay planificación, coordinación y medición de datos.
Es decir, la creatividad es la cara visible del Always Drop, pero la tecnología es la maquinaria invisible que lo hace posible. Sin esa base, los drops pueden quedarse en fuegos artificiales; con ella, se convierten en palancas de crecimiento sostenido.
El Always On ya no es suficiente. En un entorno donde el scroll es infinito, la estrategia no consiste en estar siempre, sino en estar cuando importa.
El Always Drop convierte cada acción de tu marca en un momento especial que tus usuarios esperan, comentan y comparten.
No se trata de publicar más, sino de publicar mejor.
TikTok e Instagram ya nos han enseñado que un vídeo de 15 segundos puede tener más poder que un calendario editorial entero. Ahora, la clave está en cómo diseñas tu próximo drop y en qué herramientas utilizas para hacerlo escalable, medible y memorable.
La cuestión es: ¿estás listo para que tu próxima campaña sea un drop que nadie quiera perderse?
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